Nuevo nombre, sistema viejo: el autoritarismo desde los sistemas parlamentarios a los Sistemas Presidenciales
Levent Piskin
Traducción
Miguel Bravo Madrid
diciembre de 2018
Dentro de la experiencia turca, ni el proceso constituyente ni la propia democracia han sido construidos sobre una base sólida. El aparato llamado Estado turco ha hecho uso de la ley como un instrumento para darle forma a la sociedad por medio de castigos, asesinatos o masacres desde su misma fundación. En otras palabras, la ley no ha demostrado su significado político-institucional en un estado de derecho sino que ha sido utilizada como arma. Y las Constituciones no fueron algo distinto. Efectivamente todas las Constituciones, excepto la de 1924, fueron redactadas después de un golpe de estado protagonizado por el Ejército Turco. De modo que podemos decir que las intervenciones militares han determinado la arquitectura y las prácticas institucionales del estado a través de sus constituciones.
La Constitución de 1982: Introducción al autoritarismo
Aunque la Constitución de 1982 aún está vigente en Turquía, ha tenido numerosas enmiendas[1]. Fue ratificada después del golpe de estado del 7 de noviembre de 1982[2]. Reemplazó a otra constitución que también fue promulgada después de un golpe de estado, el del 27 de mayo de 1960.
Además, antes del golpe de 1980, Turquía había hecho significativos cambios a su política económica, los cuales pueden ser vistos como la institucionalización del neoliberalismo en Turquía. Sin embargo, no hubo un gobierno estable para implementar estas medidas y la oposición social fue reprimida. Bajo el pretexto del caos, el golpe militar tomó el poder de la misma manera que en Chile (Tansel, 2017) y Argentina.
Igualmente, el contenido de la Constitución tampoco era democrático[3]. Restringía todos los derechos políticos y sociales y todas las libertades y creaba un régimen autoritario. Con la Constitución de 1982, el poder ejecutivo se fortalecía con respecto al poder legislativo. La importancia de la legislación se debilitaba y el poder judicial caía bajo el control del poder ejecutivo. Como Akça enfatizó, “favoreció a un estado metafísico y sagrado frente al individuo y la sociedad” (Akça, 2014, traducción nuestra). Efectivamente es una tradición estatal en Turquía desde el establecimiento de la República que el Estado se posicione por encima de la sociedad.
El Partido Justicia y Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco), un partido islamista de centro derecha, llegó al poder en 2002 y disfrutó de un inmenso poder gracias a la Constitución de 1982.
Por otro lado, aunque el AKP obtuvo la mayoría, Erdoğan era consciente que el poder de su partido aún se hallaba sujeto a la voluntad de las fuerzas armadas, las cuales se encontraban muy implicadas en políticas y tenían la facultad de poner y quitar gobiernos (Akay, 2008, traducción nuestra). En este caso, las negociaciones con la Unión Europea y los discursos anti-tutelares le ayudaron a socavar el papel de los militares en la esfera política.
Mientras tanto, los gobiernos del AKP fueron penetrando con éxito los sistemas y estructuras judiciales y policiales. Tomaron pues control del aparato estatal a través de un “régimen tutelar”. Además, reforzaron el poder del ejecutivo a través de enmiendas constitucionales en 2007 y 2010 e incluso a través del control de los mecanismos judiciales. El poder legislativo, por su parte, ya estaba bajo el control del poder ejecutivo gracias a la Constitución y al sistema electoral. Por lo tanto, el AKP se convirtió en muy poco tiempo en el primer poder sobre el Estado y empezó a usar la ley en su propio beneficio. La Ley Anti-terrorista y la Ley de Autorización Policial fueron enmendadas de inmediato para ampliar las prerrogativas de la policía. Las definiciones de terror y terrorismo se difuminaron. Cortes penales especiales fueron habilitadas para dar poderes especiales a los fiscales y una autorización extraordinaria dada a la policía permitió reprimir a sus oponentes, como en los juicios de Ergenekon, Balyoz, y juicios a KCK.
Sistema Presidencial: Más Autoritarismo
En agosto de 2014 Erdoğan fue investido presidente. Desde entonces la aplicación de la Constitución de hecho ha cambiado. De acuerdo con la Constitución, el presidente debe ser neutral. Sin embargo, Erdoğan ha continuado actuando como líder del gobierno del AKP.
Sobre ese punto debemos mencionar que la cuestión kurda en Turquía ha provocado una guerra interna en las regiones oriental y sudeste del Kurdistán desde 1984. El PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) y los militares turcos están en conflicto desde entonces. A causa de este conflicto interno no declarado, el estado de emergencia ha estado en vigor en las regiones kurdas durante 13 años entre 1988-2002. Aunque el AKP levantó el estado de emergencia en 2002, las políticas relativas a la cuestión kurda no cambiaron. Concretamente, el gobierno continuó viendo el asunto desde posiciones nacionalistas como un problema de seguridad e incrementó las intervenciones represivas en las zonas kurdas a través de una militarización masiva y políticas de guerra (Aslan, 2011, traducción nuestra). En 2015-2016, el AKP declaró un toque de queda en algunos distritos kurdos por tiempo indefinido. Las Fuerzas Armadas cometieron innumerables violaciones de los derechos humanos y cometieron graves crímenes[4].
También hubo un intento de golpe de estado el 15 de julio de 2016. Inmediatamente después el AKP declaró el estado de emergencia (Lowen, 2016), colocando a todo el país bajo la tutela del estado de emergencia y decretos de emergencia. El estado de derecho y las convenciones internacionales sobre derechos humanos fueron suspendidos durante este período[5].
Tras estos acontecimientos, el gobierno consideró absolutamente necesario el tener un sistema presidencial, algo largamente deseado por Erdoğan. Desde que el AKP y Erdoğan llegaron al gobierno en 2002 han mostrado continuamente una tendencia a reforzar el poder ejecutivo. Para el referendo sobre el sistema presidencial Erdoğan mencionó frecuentemente la frase “una Turquía más fuerte”, proclamó que el sistema previo era disfuncional. En general, los que abogan por un sistema presidencial mayormente se refieren a la “desestabilización económica” para ganar votos.
Resumiendo, con todos estos cambios constitucionales el sistema político pasó de uno parlamentario a otro presidencial. El sistema no se democratizó, al contrario, se volvió más autoritario. Los cambios constitucionales aportaron oxígeno al estado de emergencia bajo el cual aún vivimos. En otras palabras, un estado de emergencia continuo se ha convertido en la regla.
Tal y como dice Poulantzas, “La emergencia del autoritarismo de estado no puede ser identificado ni con un nuevo orden fascista ni con una tendencia hacia el fascismo. El estado actual no es una nueva forma de un Estado genuinamente excepcional ni en sí mismo una forma transitoria hacia tal tipo de Estado...” (Poulantzas, 2014, traducción nuestra). De hecho, el actual Estado turco no difiere mucho del anterior. No es un caso excepcional en Turquía incluso aunque se le nombre el gobierno presidencial absoluto. La forma de estado corriente en Turquía siempre ha sido la autoritaria. Ahora simplemente estamos viviendo su versión presidencial.
Por otro lado, mientras el autoritarismo ha ido subiendo enteros, la resistencia está encontrando su lugar contra la opresión del día a día. Desde que la represión está omnipresente, los actos diarios de protesta no se circunscriben a los opositores al régimen. En palabras de Laclau y Mouffe, hay una ciudadanía activa políticamente mientras la política está activa socialmente. Se va creando una solidaridad entre la gente mientras la interacción entre antagonistas se incrementa. Esta solidaridad no está limitada a los movimientos sociales en áreas urbanas sino que se expande a zonas rurales con demandas ecológicas[6] que luchan por el derecho al agua en clara competición con plantas hidroeléctricas y corporaciones de minas de oro.
Las personas pueden aún organizarse a pesar de la enorme represión y censura. La perpetuidad del hombre turco, heterosexual y suní a pesar de su hegemonía, dominación y poder puede ser superada frente a la lucha democrática contra la modernidad capitalista, el sistema es vulnerable.
Bibliografía
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Office of the United Nations High Commissioner for Human Rights. (2018, March). Report on the impact of the state of emergency on human rights in Turkey, including an update on the South-East January – December 2017. Sacado de www.ohchr.org: https://www.ohchr.org/Documents/Countries/TR/2018-03-19_Second_OHCHR_Turkey_Report.pdf
Pamuk, Ş. (2015). Türkiye'nin 200 Yıllık İktisadi tarihi: Büyüme, Kurumlar, Bölüşüm. İstanbul: Türkiye İş Bankası Kültür Yayınları.
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Tansel, C. B. (2017). Authoritarian Neoliberalism: Towards a New Research Agenda. En C. B. Tansel, States of Discipline: Authoritarian Neoliberalism and the Contested Reproduction of Capitalist Order (pág. 1-29). London: Rowman and Littlefield International.
Tilly, C. (1985). War Making and State Making as Organized Crime. En P. Evans, D. Rueschemeyer, & T. Skocpol, Bringing the State Back In (pág. 169-191). Cambridge: Cambridge University Press.
Levent Pişkin | Turquía |
Abogado y activista LGBTI. Es Maestro por la Boğaziçi University Atatürk - Institute for Modern Turkish History
l.piskin@dundee.ac.uk