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El legado de la Revolución Haitiana

Reconocer el hito histórico de la revolución para el Sur Global es un primer paso hacia la recuperación de su grandeza e importancia

Jailson de Souza e Silva y Richemond Dacilien

| Haiti |

octubre de 2023

traducido por Pilar Boyero Sotomayor

@_mulambo

La revuelta de los esclavizados en "Saint-Domingue”13. Nombre de Haití durante el periodo colonial francés (1697-1804). y la posterior victoria del ejército local contra el de Napoleón, en ese entonces considerado el más poderoso del mundo, culminó en la independencia del país que luego se llamaría Haití, en 1804. Comprender de manera adecuada esta revolución y sus aspectos centrales nos permite responder dos preguntas fundamentales sobre la naturaleza del evento y construir una proposición radical pero lógica y absolutamente justa:

La primera pregunta: ¿Por qué y cómo una revolución tan original y poderosa fue borrada/invisibilizada de la Historia universal, incluyendo a América Latina y el resto del Sur Global? La segunda: ¿Cuál es la relación entre esa revolución y las inestabilidades económicas y políticas que han dominado a Haití desde el siglo XIX? La respuesta a ambas preguntas es el argumento necesario para la proposición consecuente: que en el Sur Global empecemos a reconocer la Revolución Haitiana, y no la Francesa, como el hito fundacional de la llamada Era Contemporánea.

La respuesta a las dos preguntas anteriores requiere una descripción sucinta de lo que fue aquella Revolución y sus características principales. El punto que más llama la atención es que, a diferencia de las revoluciones francesa y estadounidense del siglo XVIII, la primera liderada por la burguesía y la segunda por colonos que mantuvieron intacta la estructura esclavista heredada de la colonización inglesa, la Revolución Haitiana fue el resultado de sangrientas revueltas de negros que abogaban por la libertad, la igualdad y el derecho a la propiedad de tierras. Surgida en la colonia francesa más productiva del período colonial, fue dirigida por los esclavizados y enfrentó una feroz oposición por parte de los herederos victoriosos de la Revolución Francesa.

De hecho, la consagración de los derechos humanos2Fue en el contexto de la Revolución Francesa cuando se proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789., tan aclamada como un legado de esa revolución, se limitó entonces a atender a una parte específica de la humanidad: la población blanca europea o de ascendencia europea. La violencia contra la población negra y los pueblos indígenas continuó presente en las colonias establecidas por la metrópolis francesa, así como en otros países del continente y alrededor del mundo.

En este contexto, la revolución de los esclavizados haitianos fue inédita en el sentido de buscar materializar los ideales de los Derechos Humanos para toda la humanidad. Se convirtió en la primera revolución de la historia que combinó de manera radical la aspiración republicana, la perspectiva democrática desde el punto de vista socioeconómico y político, con la abolición de la esclavitud y el acceso a la propiedad de la tierra como objetivos centrales, además de tener un carácter racial, liderado por negros y dedicado a liberarlos de la condición de esclavizados. Por lo tanto, estamos ante un movimiento de carácter antirracista, anticolonialista y antiesclavista.

[Antirracismo] El imaginario que sostenía, en el plano simbólico, la esclavitud representaba a las personas "negras" como seres corpóreos, casi irracionales, primitivos y bárbaros. Se sostenía que eran incapaces de comprender el significado de libertad porque carecían de las habilidades necesarias para desarrollar los conceptos que la respaldaban. Sin embargo, la insurrección de los esclavos de la isla de Santo Domingo y la independencia que resultó de ella demostraron la capacidad de los negros para arriesgar sus vidas precisamente en busca de la libertad. No es casualidad que en la primera Constitución del país, en 1805, se desafiara y eliminara de inmediato la jerarquía racial en la que se basaba el sistema esclavista.

[Anticolonialismo] Cuando se proclamó la independencia, se prohibió a los franceses poseer tierras en Haití y sus propiedades, fruto del privilegio de ser representantes de la metrópolis, fueron expropiadas. Los líderes de la revolución eran conscientes de lo que estructuraba el sistema colonial y de la importancia de romper con sus bases económicas, jurídicas e institucionales.

[Antiesclavismo] La primera constitución haitiana declaró que cualquier persona negra (africana) que pisara tierra haitiana sería automáticamente libre. En medio de un entorno hostil, ya que todos los demás países de América aún estaban bajo el yugo de la esclavitud a principios del siglo XIX, los líderes de la primera República Negra demostraron que la independencia no cedería ante la esclavitud.

 

Los inmensos desafíos del nuevo Estado Independiente

La naturaleza sin precedentes de la revolución haitiana hizo que sus líderes y el pueblo en general pagase un precio muy alto. En primer lugar, a nivel interno, tuvieron que construir un Estado-Nación sin ninguna experiencia política previa en un territorio que había experimentado diferentes regímenes en poco tiempo y estaba dominado por una estructura institucional secular diseñada para servir a los intereses de la metrópolis francesa.

Por otro lado, a nivel externo, la insurrección negra y la creación de Haití como nación causaron un gran impacto en las colonias y países de América, desde los Estados Unidos, donde el gobierno de Thomas Jefferson temía por la frágil unidad entre el Norte y el Sur, hasta Brasil, donde el temor a una revolución similar llevó a un mayor control sobre los cuerpos y opresión sobre los esclavizados, quienes fueron prohibidos de aprender a leer y escribir, por ejemplo.

En ese contexto, destruir las bases de la experiencia del Estado-nación que estaba emergiendo se convirtió en una estrategia común para los países europeos, sus colonias americanas y los Estados Unidos. En su búsqueda de reconocimiento internacional, Haití tuvo que indemnizar a los propietarios de esclavos franceses por su lucha por la libertad, poniendo de manifiesto una gran paradoja, haciendo que su economía quedase arruinada. Además, líderes de la revolución fueron asesinados, y en el proceso se fortaleció un grupo político hegemonizado por mestizos, hijos de franceses con esclavizadas, que dominaron el Estado y evitaron que se llevaran a cabo medidas estratégicas, como la reforma agraria.

La lucha por el control del Estado recién establecido entre los diferentes grupos políticos y sociales haitianos tuvo un profundo impacto en los caminos que tomaria la revolución. Sobre todo, la presión internacional para que el país indemnizara a los franceses propietarios de tierras y esclavos a fin de que se reconociera su independencia, y así poder acceder a los mercados de aquellos países que controlaban el comercio internacional, supuso el principal factor que impidió que Haití tuviera recursos económicos internos suficientes para establecer un camino hacia el desarrollo nacional y mantener su capacidad productiva.

Otro golpe sentenciador para la primera república de negros libertos de la era moderna/contemporánea fue la ocupación/invasión militar de los Estados Unidos, que comenzó en 1915. Motivada por una supuesta inestabilidad política que requería intervención, el país vecino llevó a cabo un proceso de "colonización" de Haití muy efectiva, permaneciendo en el pais durante tres décadas, explotando sus recursos naturales, tutelando los gobiernos que establecía a su antojo y controlando las actividades económicas de acuerdo con sus propios intereses.

La retirada de las tropas estadounidenses en 1945, bajo la acusación de haberse apropiado de todas las reservas de oro depositadas en las arcas públicas del país, amplió su desestructuración económica y dejó como legado más pernicioso la instalación en el poder de François Duvalier, conocido como "Papa Doc", seguido por su hijo Jean-Claude Duvalier, apodado "Baby Doc", impuesto por su padre con tan solo 19 años.

La dinastía se mantuvo en el poder hasta 1986, cuando fue derrocada por un levantamiento popular en contra de las enormes brutalidades y la opresión impuestas por el régimen dictatorial, el cual estaba apoyado por Estados Unidos y Francia, en particular3Apartado del poder, Baby Doc se instaló primero en Estados Unidos y luego en Francia. Solo 25 años después, regresó a su país natal y murió en 2014..

Durante este período, gran parte de la población fue excluida del proceso político y el Estado fue privatizado de manera radical en beneficio de intereses particulares. Un intento de superar este proceso de supresión de los derechos del pueblo haitiano se produjo a través de la elección de Jean-Bertrand Aristide en 1991.

Considerado el primer presidente elegido democráticamente en el país, el exsacerdote vinculado a la Teología de la Liberación vio su mandato rápidamente interrumpido por un golpe militar. Regresó al gobierno en 1994 y permaneció en él hasta 1996, y luego nuevamente entre 2001 y 2004. Más allá de un análisis de la gestión de Aristide, que sigue dividiendo opiniones en el país hasta el día de hoy, lo que se destaca de este período es el aumento de la inestabilidad política, especialmente después de su destitución del poder por parte de Estados Unidos, con el apoyo de Francia y una fuerza de ocupación internacional, el cual tenía a militares de Brasil como sus jefes militares.

La Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) fue creada bajo el argumento de que el país estaba sumido en el caos, la violencia y el control de bandas criminales que dominaban una parte significativa de su territorio, especialmente presentes en la capital. En realidad, al igual que otras experiencias del pasado, la intervención no contribuyó a resolver los problemas para los cuales fue autorizada por las Naciones Unidas,  siendo acusada de múltiples violaciones de derechos humanos. Además, miembros militares de la MINUSTAH fueron responsables de la propagación de una epidemia de cólera que causó la muerte de más de diez mil personas en 2010.

El continuo fracaso de las fuerzas internacionales se vio acompañado, también en 2010, por uno de los terremotos más devastadores que haya experimentado la isla del Caribe. Su impacto fue especialmente devastador en Puerto Príncipe, la capital, y provocó la muerte de más de 100,000 personas, cientos de miles de heridos y más de un millón de personas sin hogar. A pesar de su magnitud, sería un error responsabilizar enteramente al desastre natural por todos los problemas posteriores en Haití.

De hecho, muchos países experimentan fuertes terremotos y no sufren el mismo impacto. La fragilidad del Estado y de la sociedad haitiana,  sometida a lo largo de su historia a una fuerte presión colonial, junto con la obstaculización para fortalecer un proyecto autónomo de nación, son razones que explican de manera más precisa la dificultad del país para responder a desastres naturales como el anteriormente mencionado.

 

El Petro Caribe y la violencia política: instauración del miedo a través de la violencia para protegerse contra el levantamiento popular en la última década

El Petro Caribe era una alianza petrolera estratégica firmada entre Venezuela y Haití en 2006. Venezuela, bajo el liderazgo de Hugo Chávez, vendía petróleo a Haití a precios reducidos. El gobierno haitiano debía pagar una parte del costo y ahorrar la otra para devolversela a Venezuela en un plazo de 25 años. El gobierno nacional debía utilizar el dinero adicional para impulsar el crecimiento económico de Haití y financiar programas sociales para la población. Sin embargo, en lugar de eso, entre 2006 y 2018, desaparecieron 4.5 mil millones de dólares estadounidenses prestados, y los haitianos vieron pocos de los beneficios prometidos.

El programa llegó a su fin en 2017 y coincidió con un enriquecimiento inexplicable de muchas personas que participaron en regímenes anteriores y un empobrecimiento de la mayoría de la población. Esta polémica situación provocó en 2018 una movilización ciudadana contra la corrupción, exigiendo explicaciones al gobierno. Este movimiento contra la corrupción comenzó con una simple pregunta en criollo: kot kòb petwo karibe a? (¿dónde está el dinero del fondo Petro Caribe?) en las redes sociales.

La pregunta se volvió viral, haciendo que cerca de 3 millones de haitianos protestasen en las redes sociales, lo que representa el 30% de la población del país. Después de su difusión en las redes, muchos jóvenes decidieron salir a las calles levantándose en contra de la corrupción.

La movilización ciudadana llevó al Tribunal de Cuentas de Haití a realizar una investigación que reveló que más de 3.800 millones de dólares estadounidenses fueron desviados, implicando a cuatro expresidentes y más de veinte ministros del gobierno anterior. Incluso el expresidente Jovenel Moïse, del mismo partido político que Michel Martelly (su predecesor y miembro del mismo régimen político de extrema derecha), fue acusado de participar en el saqueo del fondo Petro Caribe.

Antes de acceder al poder, Jovenel Moïse fue empresario. La investigación demostró que había realizado operaciones de lavado de dinero con los fondos desviados por el régimen de Martelly para poder preparar su elección. Antes de ser asesinado en el cargo, una gran parte de la población estaba exigiendo el "Juicio Petrocaribe". Vale la pena señalar que, con la implicación de Moïse y sus aliados políticos en el sistema de corrupción, sería muy difícil llevar a cabo dicho juicio.

Esta fue una de las razones que motivaron la movilización de la población y sus manifestaciones en las calles en 2018, exigiendo la renuncia de Moïse y el fin del sistema oligárquico.

El expresidente Jovenel Moïse4Este régimen llegó al poder bajo la complicidad de la comunidad internacional en 2011. En 2016, fue reelegido en unas elecciones sin legitimidad popular, en las que solo participó el 21,69% de la población del país., junto con los ideólogos del régimen de extrema derecha del país (PHTK), estableció un régimen de violencia y miedo para protegerse del movimiento popular. Buscaron organizar elecciones con el de transferir el poder a alguien de confianza que garantizara su protección y evitara investigaciones sobre sus actos. Además, con la complicidad de algunos países colonialistas, buscaron llevar a cabo un referéndum para consolidar su control y obtener una cobertura legal en relación al escándalo de corrupción revelado por el Tribunal de Cuentas.

La población continuó exigiendo un gobierno de transición que llevara a cabo el juicio de aquellos acusados de desviar los recursos del Fondo PetroCaribe y su encarcelamiento. Una transición que rompiera con las políticas antipopulares, antidemocráticas y antirrepublicanas. Sin embargo, el régimen resistió la voluntad popular e instituyó un régimen de terror que resultó en masacres en los barrios marginales del país, especialmente en la región metropolitana de la capital.

Se puede ver,  que durante la segunda década de este siglo, los conflictos políticos se intensificaron y las disputas entre los diferentes grupos políticos por el control del Estado se caracterizaron por la falta de una fuerza dominante en la sociedad haitiana. Esta situación de crisis culminó en el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, por motivos no esclarecidos a dia de hoy.

La violencia contra el presidente fue seguida por una bancarrota institucional en el país, el cual, dos años después del crimen, sigue sin tener un poder legislativo y sin una fecha para la realización de elecciones presidenciales que permitan la sucesión de Ariel Henry, quien se ha mantenido en el cargo de primer ministro gracias a la coalición de países, liderada por Estados Unidos, que ha ejercido un control efectivo sobre el proceso político desde entonces.

 

El legado de la Revolución Haitiana y la superación de la visión colonial de la historia

El registro histórico presentado hasta ahora tiene como objetivo destacar cómo se ha desarrollado la realidad contemporánea de Haití y, al mismo tiempo, cómo se ha construido y consolidado la narrativa dominante de que Haití es un país que "no ha tenido éxito", como si los problemas existentes fueran el resultado de la incapacidad de su pueblo para construir un proyecto de nación democrática, próspera y basada en la justicia racial y social. Esta es la versión predominante en el mundo sobre la revolución más radical y pro-humanidad de la historia.

En realidad, un análisis más detallado de la realidad haitiana, a la luz de una lectura crítica de su historia, revela la inmensa lucha de su pueblo por construir nuevas posibilidades para su existencia; la afirmación de un fuerte orgullo por la construcción de la nación y el sentimiento de dignidad resultante; el fuerte lazo comunitario establecido en la vida cotidiana, con la creación de estrategias diversas para enfrentar las deficiencias en términos de acceso a servicios urbanos, falta de empleo e ingresos, además de la incapacidad del Estado para garantizar la soberanía sobre todo el territorio del país, en lo que no es diferente, por ejemplo, del Estado brasileño.

En este contexto, es necesario superar cualquier narrativa que se centre en caracterizar a Haití como un "país inviable". En primer lugar, es fundamental reconocer el papel protagonista de su pueblo en la construcción de la revolución más importante de la historia y, como punto de partida esencial, garantizar una reparación adecuada por parte de Francia y Estados Unidos por los problemas económicos, sociales y políticos que existen en la actualidad.

Con esto asegurado, y a partir de una escucha efectiva y la participación de la población, las fuerzas nacionales comprometidas con la democracia deben movilizarse para construir un proyecto integral de recuperación y fortalecimiento de las instituciones republicanas, desarrollo económico, social y ambiental, así como un pacto nacional para la defensa de la vida, la democracia y todos los derechos fundamentales.

Este proceso no ocurrirá de manera espontánea. Países como Brasil, actualmente gobernado por un presidente comprometido con el fortalecimiento de la democracia y la superación de la desigualdad entre los países del Sur y el Norte Global, deben comprometerse en la búsqueda de una solución para la actual crisis en Haití que se base en el respeto a su autodeterminación y el compromiso de construir una solución pactual para el país.

En este contexto, las fuerzas políticas haitianas, los ciudadanos que viven en la diáspora y personas de todo el mundo deben involucrarse para aumentar la presión internacional sobre una solución a la cuestión haitiana que valore la historia de su pueblo y, a partir de su reconocimiento, contribuya a la construcción de un presente lleno de dignidad, valorando la herencia y legado del pueblo esclavizado que se hizo libre. Más que eso: dieron la lección más grande jamás experimentada por los colonizadores de América, que continúan en el poder mundial y a los cuales se les debe exigir cuentas sobre su responsabilidad en la persistencia del racismo que crearon, sustentando la estructura simbólica y material de la esclavitud. Y que hoy continúan realizando prácticas económicas y políticas que reproducen las diversas formas de desigualdad y violencia que afectan a las personas que viven en las periferias.

La lucha del pueblo haitiano no está aislada y no son víctimas pasivas de un sistema internacional construido a partir del colonialismo. Son la expresión de esa violencia histórica, de la resistencia manifestada por el pueblo negro y su capacidad de respuesta, que sigue siendo tan necesaria como lo fue en 1804.

El gran legado de la Revolución Haitiana en el siglo XIX fue servir como faro para las luchas anticoloniales en toda América Latina. Su apoyo a Bolívar, por ejemplo, fue fundamental para la victoria contra España y el punto de partida para la independencia de todo el continente. Además, sirvió como referencia fundamental para la materialización de múltiples insurrecciones de esclavizados y alimentó el imaginario de la lucha contra la esclavitud de tal manera que se volvió imposible mantenerla.

En vista de lo expuesto, es necesario que todas las personas, instituciones y países comprometidos con la democracia y los derechos humanos, especialmente en el Sur Global, reconozcan la deuda histórica con la Revolución Haitiana y su pueblo. Reconocerla como el hito histórico que dio origen a la Era Contemporánea es el primer paso para recuperar su grandeza e importancia. A partir de ahí, se debe afirmar el compromiso de fortalecer la democracia en el país, contribuir a encontrar soluciones para la crisis económica y política en la que vive, reconociendo el peso del colonialismo en su creación, y otorgar al pueblo de Haití el derecho a la autodeterminación y la independencia efectiva.


 

Jailson de Souza e Silva | BRASIL |

Geógrafo, Doctor en Sociología de la Educación, fundador del Observatório de Favelas y UNIperiferias/IMJA y co-investigador del proyecto MIDEQ.

@jailson_de_souza_e_silva

Richemond Dacilien | HAITÍ |

Investigador del Instituto Maria e João Aleixo (IMJA) en el proyecto MIDEQ, doctorando en Política Social de la Universidad Federal de Espírito Santo (UFES). Richemond tiene maestría en Servicio Social y Sostenibilidad por la Amazonia de la Universidad Federal de Amazonas (UFAM) y Licenciatura en Servicio Social de la Universidad Estatal de Haití (UEH).

dacilienr@gmail.com

@ricardodacilien

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