Los recursos visuales son políticos
Haciendo visibles, a través de la investigación participativa, los desafíos que enfrentan las mujeres y niñas venezolanas desplazadas para obtener asistencia, combatir la violencia y recibir atención médica
Pia Riggirozzi, Natalia Cintra, Tallulah Lines y Bruna Curcio
| Brasil |
octubre de 2023
Imágenes tales como fotos, películas, dibujos animados u otras formas diferentes, son recursos poderosos para retratar situaciones políticas tan diversas como la guerra, los desastres humanitarios, las manifestaciones de protesta, las crisis financieras, las campañas electorales (Bennett y Segerberg 2012), así como también son vehículos para ideas, expresiones y opiniones individuales y colectivas. Para Rose (2012), los recursos audiovisuales ayudan a explorar la experiencia de "personas y lugares marginados o privados de poder: niños, ruinas, personas en situación de calle", mientras que exponen cómo las experiencias personales y colectivas hacen política (internacional). Haciendo visible el qué y quiénes, que de otra manera serían ignorados; se exponen las injusticias y desigualdades cotidianas a las que se enfrentan muchos, así como también las barreras y las relaciones de poder que afectan a quién habla, a quién está siendo escuchado y a quién (tiene el poder de hablar) (véase Harman 2019).
Esto es particularmente relevante en situaciones de crisis. Se ha demostrado ampliamente que cuando se producen crisis, las desigualdades de género se exacerban y, por lo tanto, el bienestar, las oportunidades y la resiliencia de las mujeres y las niñas se ven menoscabadas (Grugel et al. 2022). Del mismo modo, la falta de datos disponibles que expliquen la dimensión de los desafíos que, por ejemplo, las mujeres y las niñas experimentan durante las crisis, o las contribuciones que hacen para ayudar a superar las situaciones más adversas, también pueden crear un sesgo en términos de lo que se define como riesgo, urgencia, necesidad y soluciones. Desgraciadamente, en muchas situaciones claves a nivel mundial, los datos sobre desigualdad de género no existen o están incompletos, lo que hace que no se tenga conciencia sobre cómo las crisis afectan de manera exclusiva y desproporcionada a las mujeres y las niñas y cómo diseñar políticas que respondan a esas situaciones de modo que apoyen y refuercen su propia resiliencia para soportar futuras crisis (Grantham y Eissler 2022).
Partimos de estas reivindicaciones para concentrarnos en las particularidades de la crisis migratoria venezolana, específicamente, desde una perspectiva personal y de género, conceptualizando y visualizando las historias y luchas de mujeres y niñas por derechos humanos a raíz de su inmigración forzosa al verse obligadas a abandonar sus hogares debido a las consecuencias de las crisis políticas y humanitarias y que buscan restablecer sus vidas con derechos y dignidad. En particular, contribuimos a llenar los vacíos de información sobre las necesidades y riesgos de salud sexual y reproductiva de las mujeres en situación de desplazamiento mediante la coproducción de datos primarios sobre mujeres venezolanas, en Brasil durante 2021, y sus realidades por ser del sexo femenino dentro del desplazamiento forzado.
La investigación se llevó a cabo como parte del proyecto Redressing Gendered Health Inequalities of Displaced Women and Girls in Contexts of Protracted Displacement in Central and South America (ReGHID)1 Para obtener información sobre ReGHID, consulte https://gcrf-reghid.com/. financiado por el Consejo de Investigación Económica y Social (Economic and Social Research Council). Nos embarcamos en este proyecto con el objetivo de escuchar a las mujeres y a las niñas que se sometieron a desplazamientos forzosos para ampliar el debate académico y político sobre los retos que experimentan y están expuestas. Utilizando la metodología de la fotovoz, y trabajando directamente con mujeres inmigrantes venezolanas actualmente en Brasil, produjimos el libro Moving Forward: Health, care and violence seen through the eyes of displaced Venezuelan women in Brazil. Las secciones siguientes están basadas en el libro y presentan un análisis basado en las fotografías y testimonios de las participantes. El libro nos ofrece nuevas e importantes perspectivas sobre los complejos y entrelazados retos a los que se enfrentan las mujeres y niñas desplazadas. Ellas demuestran que, en lo personal, el asunto es político y en lo individual el asunto es colectivo (e internacional), y que los legisladores y políticos deben escuchar las voces de los más invisibilizados.
El contexto
En mayo de 2023, más de 7 millones de venezolanos desplazados vivían en otros países de América Latina, y el quinto número más alto de inmigrantes cruzaba la frontera hacia Brasil (R4V, 2022). Muchos huyeron de Venezuela debido a la pobreza, el hambre, los deficientes sistemas sanitarios y de salud y las condiciones socioeconómicas y políticas que producen una crisis multifacética en Venezuela. Los flujos migratorios desde Venezuela han cambiado en los últimos años, y cada vez son más las mujeres y niñas que abandonan el país (CARE International, 2020). Una infinidad de razones personales y políticas, complejas e interrelacionadas, impulsan la difícil decisión (o, de hecho, la necesidad) de emigrar, y los riesgos a los que se enfrentan a lo largo de la jornada migratoria y de asentamiento son múltiples. Lo que está cada vez más claro es que las situaciones de desplazamiento no son independientes del género. Las condiciones que rodean la inmigración de muchas mujeres y niñas aumentan su vulnerabilidad y las exponen a mayores riesgos y empeoran los resultados en materia de salud, dada las condiciones durante el desplazamiento y la falta de protección en los lugares de residencia. Mientras se desplazan, las mujeres y las niñas corren un riesgo mayor de sufrir violaciones y agresiones sexuales y ser víctimas del tráfico de personas, así como otras formas de abuso y discriminación agravadas por su género. (Valdez 2015; Barot 2017; Menjívar y Walsh 2017).
Al llegar a sus lugares de residencia, las mujeres y niñas desplazadas, especialmente las indocumentadas, se ven relegadas aún más a la invisibilidad y la marginación social, económica y política. Como consecuencia, las mujeres desplazadas que se encuentran al margen de la sociedad tienen menos posibilidades de recibir apoyo, protección, información, recursos y oportunidades adecuadas para reconstruir sus vidas dentro de la sociedad. Pese a los esfuerzos de los gobiernos y de las organizaciones para aliviar las condiciones de estas refugiadas y de las que emprenden peligrosos viajes, la situación sigue siendo crítica, entre otras cosas, porque las principales afectadas –mujeres y niñas desplazadas venezolanas–tienen pocas oportunidades y espacios, si es que tienen alguno, para expresar sus experiencias y prioridades.
Los métodos visuales como herramienta de empoderamiento
Las comunidades marginadas suelen ser silenciadas en las esferas social y política. Esto se agrava particularmente en el caso de las mujeres, que pueden tornarse aún más invisibles debido a las concepciones patriarcales sociales, culturales y estructurales de los espacios a los que las mujeres "pertenecen o están asignadas"; por ejemplo, en las esferas privada y familiar. Este es el caso de muchas mujeres desplazadas forzosamente de Venezuela. Por lo tanto, nuestro enfoque consistió en aplicar una metodología visual, la fotovoz, que mejoró su capacidad de acción y alzó sus voces con el fin de reparar tales desigualdades de género. Como argumentan Vanyoro et al (2019), la persistente "deshumanización racializada de (algunos tipos de) inmigrantes" por parte de las autoridades y de los medios de comunicación es una táctica deliberada que limita la empatía y, de hecho, fomenta la hostilidad hacia las personas en jornada migratoria, y la descolonización de los datos en la investigación sobre inmigración puede ayudar a contrarrestar esta práctica profundamente perjudicial. Como tal, adoptamos un marco en el que "los investigadores... apoyan las iniciativas impulsadas por la comunidad y trabajan en colaboración con los pueblos indígenas, comunidades y/u organizaciones [así como con otros grupos marginados] de manera que se eviten las interpretaciones y representaciones erróneas" (Quinless 2022). Por ello, muchas de las mujeres y adolescentes inmigrantes venezolanas que formaron parte integrante de este libro, y las fotógrafas, pertenecían a la comunidad indígena warao. La mayoría de ellas, fueron marginadas en las sociedades "de acogida" debido en gran medida a la discriminación, la xenofobia y la insensibilidad cultural -incluso en los sistemas de protección existentes.
Al incluir a las mujeres inmigrantes warao al proyecto de fotovoz, presentando sus propios relatos, a través de fotos y testimonios, son ellas mismas las que determinan qué y cómo el público debe verlas y aprender de ellas. Su voz y sus imágenes son mostradas con el objetivo de cambiar la forma de ver la sociedad y la política. Más allá de ser participantes, las mujeres desplazadas se convierten en coinvestigadoras, comprometidas activamente con el proceso de investigación y recopilación de datos. De esta manera, sus narrativas visuales, orales y escritas son producto de decisiones colectivas e individuales sobre qué fotografiar, qué decir en las descripciones fotográficas y cómo retratarlas, algo que incluye directa y activamente a quienes, de otro modo, solo serían tratadas como "sujetos de investigación". En el proceso de elaboración del fotolibro, se llevaron a cabo una serie de discusiones en grupos focales con estas mujeres y otras mujeres y niñas venezolanas desplazadas; comprendiendo un total de 31 participantes, 18 mujeres no indígenas, 8 mujeres indígenas y 5 adolescentes no indígenas, que viven en refugios en la ciudad de Manaos, una de las principales ciudades de llegada y asentamiento de inmigrantes venezolanos en Brasil. Entre junio y octubre de 2021, trabajamos con cuatro grupos distintos de mujeres y adolescentes. Durante las reuniones de los grupos focales cámaras fotográficas fueron proporcionadas a las mujeres, se debatieron aspectos éticos y técnicos sobre el acto de fotografiar y se acordó lo que querían presentar como "retos de salud sexual y reproductiva en el contexto del desplazamiento". Las participantes dispusieron de varios días para hacer las fotografías y recibieron apoyo durante todo el proceso. Al final, nos reunimos en grupos focales para discutir colectivamente las fotografías de las participantes, decidir en conjunto los testimonios y la línea temática del libro.
Los resultados fueron impactantes, emotivos y, varias veces, sorprendentes. Reunidas en sillas de plástico en las pequeñas salas de los refugios gubernamentales y las ONG locales, las mujeres y adolescentes narraron las historias que había detrás de sus fotografías y, por tanto, tuvieron la oportunidad de contar, de primera mano, sus propios problemas y se retrataron a sí mismas en sus propios términos y en la forma en que deseaban ser vistas. Las mujeres fueron más que participantes, tuvieron una participación directa en la producción de datos, fueron coinvestigadoras y dieron forma a la producción de conocimientos sobre cuestiones de salud y derechos sexuales y reproductivos (SDSR) en los desplazamientos. Las fotografías tomadas por las participantes no solo corroboran los hallazgos sobre las necesidades y los riesgos en materia de SDSR a los que se enfrentan las mujeres desplazadas, sino que van más allá, ampliando la producción de conocimientos al resaltar sus prioridades en materia de SDSR en tres aspectos: el autocuidado y el cuidado de terceros; la violencia de género; y las experiencias complejas y contradictorias en el acceso a los servicios de salud reproductiva. Estos tres conceptos son evidentes en todas las fotografías tomadas por las mujeres, y son indicativos de cómo las participantes parecen enmarcar y dar sentido a sus experiencias como mujeres y como inmigrantes. Estas interpretaciones profundamente personales -aunque extremadamente políticas- demuestran el impacto tangible de la violencia política, económica y estructural de género en la vida cotidiana de las mujeres y las adolescentes inmigrantes.
Salud, asistencia y violencia a través de los ojos de las mujeres venezolanas refugiadas en Brasil
La primera sección del fotolibro enfoca en los desafíos del cuidado y el autocuidado que experimentan las mujeres y las adolescentes desplazadas y fue identificado como uno de los principales retos de protección. Esto fue sorprendente porque generalmente los retos del cuidado y el autocuidado no se discuten ni se incluyen en los debates sobre las concepciones médicas (e incluso sociales y políticas) de la SSR. Sin embargo, los temas sobre SSR y derechos estaban en el centro de las narrativas de las mujeres desplazadas. El deseo de salir adelante por sus hijos y familias, o simplemente por la oportunidad de vivir una vida nueva y digna, motivó a las mujeres a superar muchos de los retos cotidianos a los que se enfrentan. Al mismo tiempo, la falta de apoyo emocional y económico, junto a las precarias condiciones del desplazamiento, como su estatus legal irregular y las barreras lingüísticas, presentaron varios retos que perjudican el bienestar físico y emocional de las mujeres, como se destaca en sus relatos visuales y orales.
Por ejemplo, Yoselin, una de las inmigrantes venezolanas coinvestigadoras en las actividades de fotovoz, comentó sobre la foto de Royra: "...Ella estaba dispuesta a todo, a arriesgarlo todo para mejorar el bienestar de sus hijos porque realmente todos los inmigrantes, las inmigrantes venezolanas en nuestro caso, nos exponemos a todo. Venimos con nuestros hijos; dormimos en la calle; tenemos que mendigar". (Yoselin, 17 de julio de 2021, Manaos, Brasil). Y continuó: "Somos madres; dejamos de ser nosotras mismas para apoyar y cuidar nuestros hijos".
La pobreza y la sobrecarga de responsabilidades son problemas importantes que a menudo llevan a las mujeres a priorizar las necesidades básicas de sus hijos o familiares (alimentos, salud y vivienda en particular) antes que sus propias necesidades. Muchas mujeres inmigrantes se colocan en último lugar en la lista de prioridades por comida y atención médica u otro tipo de cuidados, a pesar del agotamiento y los riesgos que tienen que enfrentar diariamente y en el transcurso de sus experiencias migratorias. Las mujeres enfrentan varias dificultades y traumas antes de migrar, durante el trayecto y después de llegar a su lugar de residencia, con un apoyo limitado para procesar lo vivido y recuperarse. Muchas madres solteras, por ejemplo, no cuentan con programas de auxilio y atención durante la inmigración. Las redes de apoyo que normalmente existen en sus países de origen se pierden debido al desplazamiento.
Es una historia dura... Tenía tres bocas que alimentar, pero como no hablaba perfectamente el portugués, no podía hacer gran cosa. Pero tenía que pagar el alquiler y alimentar a sus hijos, así que, en varias ocasiones, tuvo que vender su cuerpo. Es malo cuando tu hijo se levanta por la mañana diciendo: "Mamá, tengo hambre". "¿Cómo les dices: "¿No, no hay nada? Quiero decir, tú puedes soportar el hambre, pero ellos no" (Laura Paussini, 02 de octubre de 2021, Manaos, Brasil).
La insensibilidad cultural de las políticas frente a las necesidades de las mujeres inmigrantes, junto con la pobreza y la marginación, son desafíos comunes que las mujeres inmigrantes enfrentan, especialmente las indígenas, cuando se trata de cuidar a terceros y cuidarse a sí mismas.
"El arroz lo sirven crudo allí en el albergue, la carne está dura y los granos también, así que mi hijo no comió nada. ... Me voy a la calle a pedir limosna". Empecé a salir a la calle a pedir dinero para poder comer, para poder comprar comida que pudiera cocinarla con mis propias manos para darle de comer a mi familia. Pero de las tres semanas que estuve en el refugio, solo pasé tres días en la calle. Dejé de ir porque el sol me daba dolor de cabeza, me sentía mal". (Alicia, 15 de agosto de 2021, Manaos, Brasil).
En el caso de las inmigrantes indígenas, no es solo la precariedad de su situación socioeconómica lo que las empuja a vender o mendigar en las calles. La falta de acceso a alimentos culturalmente apropiados en los albergues empuja a las mujeres a salir a la calle a pedir dinero para poder pagar por la comida que, como relatan, está directamente relacionada con su sensación de bienestar (y la de aquellos a los que cuidan, como demuestra Alicia). Ellas relataron la existencia de varios obstáculos para acceder a los alimentos tradicionales y cocinarlos, lo que, según ellas, afecta a su salud. Según la cosmovisión Warao, la alimentación es un aspecto central de la salud que no solo contribuye a la salud individual de la mujer -incluye su salud sexual y reproductiva.
Los numerosos retos que las mujeres inmigrantes enfrentan se ven agravados porque reciben poco apoyo, las dejan al margen y, por tanto, no son escuchadas... Las mujeres y las niñas en situación de desplazamiento necesitan visibilidad, voz y atención para mejorar sus experiencias como madres y los cuidados maternos durante la inmigración; que tienen, tal y como retratan las coinvestigadoras de fotovoz, un impacto directo en su salud. A través de sus relatos, es imperativo reconocer los retos del cuidado y el autocuidado como elementos centrales para lograr una buena salud entre los grupos de mujeres inmigrantes y abordarlos en las políticas de forma pertinente.
Formas de violencia de género
La migración también expone a mujeres y niñas a la violencia. Las mujeres que emigran de forma forzosa están especialmente expuestas a riesgos de explotación, violencia y comportamientos sexuales peligrosos para sobrevivir. Para una mujer o niña inmigrante, la posibilidad y la manifestación de la violencia de género se ven impactadas por la duración de su viaje, el medio de transporte, su situación legal, las políticas que conceden o deniegan el acceso a servicios sanitarios y sociales para los inmigrantes, y las condiciones de trabajo y de vida a las que está sometida.
Aunque el continuum de pobreza y de riesgos, daños e inseguridades de género en el desplazamiento forzado de las mujeres inmigrantes es ampliamente conocido y estudiado, las mujeres desplazadas que fueron coinvestigadoras en las actividades de fotovoz identificaron no solo la alta incidencia de violencia, sino también el impacto profundamente negativo y duradero de las formas de violencia en la salud (física y mental) y en el bienestar de las mujeres y sus hijos. Para Eolannis, por ejemplo, su foto describe,
“Bueno, mi mayor desafío fue cuando vivía en Pacaraima. Mi madre tenía marido y todo iba bien. Pero cuando decidió separarse, él la amenazó. Le dijo que la iba a matar y cosas así. Ella lo dejó y por eso tuve que regresar a Venezuela. Mi hermano estaba en Venezuela. Aprovechamos para hacer dos cosas a la vez: huir de él y buscar a mi hermano. Solo cuando supimos que el ex de mi madre había desaparecido o se había ido a otros lugares en Brasil, pudimos regresar aquí. Gracias a eso pudimos volver a este refugio para empezar nuestras vidas de nuevo" (Eolannis, 16 de octubre de 2021, Manaos, Brasil).
Aunque los refugios alivian algunas necesidades inmediatas en relación con los riesgos de violencia de género, las mujeres narraron cómo la falta de privacidad, en tiendas y baños comunales, donde cientos y cientos de inmigrantes duermen juntos y comparten un refugio, las ha hecho sentirse especialmente inseguras. Estas estructuras de acogida no solo las hacen más vulnerables a diferentes tipos de explotación, incluida la violencia sexual o el acoso, sino que también afectan directamente su salud mental, sexual, reproductiva y sus derechos. Esto también demuestra que los debates sobre la violencia de género y los DHSR en el desplazamiento van mucho más allá (aunque también) de las formas físicas de violencia; se producen en las sutilezas de lo cotidiano y determinan la sensación de seguridad de una mujer inmigrante en su entorno, lo que puede influir en su decisión de quedarse o marcharse, en una búsqueda prolongada de protección mediante el desplazamiento.
Atención médica
Muchas mujeres que ingresan al país por medios irregulares se vuelven indocumentadas, invisibilizadas y tienen dificultades para acceder a sistemas de protección, información, refugios y al sistema universal de salud. Si las mujeres y niñas inmigrantes se vuelven invisibles, caerán en las grietas de un sistema que privilegia a quienes entran por la "puerta grande" oficial, aumentando la dependencia del trabajo informal, la explotación y las relaciones abusivas.
A pesar de ello, la gran mayoría de las mujeres y niñas desplazadas participantes compartían la sensación de que la atención médica era mejor en Brasil en comparación con su precaria situación en Venezuela. Sin embargo, sus relatos revelaron un panorama de salud más complejo para las mujeres inmigrantes. Por ejemplo, aunque reconocieron que en Brasil tenían mejor acceso a métodos anticonceptivos, medicamentos y algunos tratamientos que, en su país de origen, las participantes denunciaron discriminación manifiesta y mal trato por parte de los proveedores de servicios de salud en algunos casos, lo que entendían se debía al hecho que eran venezolanas. También hubo ejemplos de falta de poder de decisión para elegir la solución anticonceptiva adecuada, o incluso de prohibición de elegir, con casos de esterilización temporal sin que la víctima lo supiera.
Los aspectos culturales también son importantes para la salud.
Florencia, una participante Warao, por ejemplo, relató cómo los alimentos proporcionados por el gobierno estaban directamente relacionados con su bienestar de SSR al afirmar:
Solo estamos comiendo Marmita [comida precocinada proporcionada por el Estado en los refugios]. Marmita, marmita, marmita... Tengo un niño pequeño. ¿Y mis pechos? No tengo pechos, ahora están secos de comer solo marmita seca. ¿Y leche? Tampoco la produzco. El niño se va a morir. ¿Y de dónde voy a sacar dinero para comprar leche? ¿Alguien me va a ayudar? No" (21 de agosto de 2021, Manaus, Brasil).
Mientras que otro participante secundó,
Cuando la leche se seca, se endurece. Duele y causa fiebre. ... Si comemos alimentos secos nos da el "dolor de la madre", como decimos en Venezuela. (15 de agosto de 2021, Manaos, Brasil).
La buena salud está científicamente relacionada con una buena condición nutricional. Sin embargo, la cultura no desempeña un papel importante en definir, de forma más estándar y científica, de que se trata una nutrición adecuada.
Como tal, aunque los alimentos proporcionados por el gobierno sean "científicamente" nutritivos, estas mujeres relacionan directamente su falta de bienestar y su mala salud sexual y reproductiva con la alimentación recibida. Para ellas, tener una buena SSR y bienestar es comer alimentos que consideran apropiados y que están alineados con su definición de salud de acuerdo con su cosmovisión.
Todo esto demuestra la necesidad de reconocer las voces de las mujeres desplazadas en la formulación de las políticas. Esto es importante porque lo que los responsables políticos pueden concebir normalmente como prioritario, o correcto, puede no serlo para quienes son impactadas por esas políticas. Es más, estas narrativas permiten un enfoque más complejo en la prestación de servicios de salud a las inmigrantes, incluso en contextos aparentemente positivos, como fue el caso de Brasil, dejando un margen para mejoras en la prestación cotidiana de asistencia médica. Al considerar las voces de las mujeres y niñas desplazadas, la fotovoz permite elaborar políticas, enfocadas en las inmigrantes y basadas en evidencias, aumentando así las posibilidades de mejorar la vida, la salud y el bienestar de las mujeres desplazadas.
Observación final
El conjunto de imágenes y testimonios de este libro ofrecen una visión holística de cómo los desafíos para el ejercicio de los derechos y acceso a protección forman parte integral de las experiencias cotidianas de las mujeres y las adolescentes inmigrantes. También ofrecen testimonios de por qué se necesitan políticas amplias, sensibles al género y a la edad, y basadas en los derechos, para garantizar que todos los inmigrantes en general -y las mujeres y las adolescentes en particular- vivan vidas sanas, empoderadas y dignas. Comprender estos desafíos y riesgos exige entrar en contacto y responder activamente a aquellas que han vivido las situaciones y experiencias en carne propia. El libro finaliza con recomendaciones para la formulación de políticas y prácticas que creen condiciones y protejan a las mujeres y niñas desplazadas y que garanticen una vida digna y plena -no solo la supervivencia- en total consonancia con los derechos humanos de todas las personas.
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Pia Riggirozzi | ARGENTINA |
Codirectora del Centro de Políticas y Salud Global (GHaP) de la Universidad de Southampton. Investigadora principal del proyecto ESRC Redressing Gendered Health Inequalities of Displaced Women and Girls in contexts of Protracted Crisis in Central and South America (ReGHID).
Natalia Cintra | BRASIL |
Investigadora del Departamento de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Southampton. Trabaja en el proyecto financiado por ESRC Redressing Gendered Health Inequalities of Displaced Women and Girls in situaciones de Protracted Displacement in Central and South America, ReGHID, donde es responsable de los métodos y análisis de investigación cualitativa.
Tallulah Lines | MÉXICO |
Artista visual, activista e investigadora asociada del Centro de Derechos Humanos Aplicados de la Universidad de York.