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periferias 9 | Justicia y derechos en migraciones Sur-Sur

Más expectativas, menos derechos

Experiencias de niños inmigrantes etíopes en Sudáfrica

Mackenzie Seaman y Henrietta Nyamnjoh

| Etiopía |

marzo de 2024

De los aproximadamente 100 millones de etíopes, más de 3 millones viven en el extranjero. Aunque tradicionalmente los etíopes emigraban a Kenia y Sudán, hoy en día la mayoría de los etíopes que viajan "al Sur" van a Sudáfrica. No hay estimaciones oficiales sobre el número de etíopes en Sudáfrica. Sin embargo, los expertos creen que el número aumenta exponencialmente, y que muchos llegan de forma irregular e indocumentados. 

El viaje de Etiopía a Sudáfrica forma parte de la "Ruta del Sur" que va desde el Cuerno de África hasta el sur de África y atraviesa básicamente cinco países: Kenia, Tanzania, Malawi, Mozambique y Zimbabue. Los inmigrantes etíopes a menudo emprenden este viaje en busca de mejores oportunidades para ganarse la vida y para cumplir sus aspiraciones migratorias. Aunque es común, la ruta no es fácil. Los viajes de los etíopes por la Ruta del Sur generalmente terminan en Sudáfrica y se caracterizan por el contrabando y el tráfico de personas. El viaje también expone al riesgo de encarcelamiento, deportación, explotación, abuso, y muerte. 

En diciembre de 2022, se encontraron 27 cuerpos de inmigrantes etíopes en las afueras de Lusaka, la capital de Zambia, tras incidentes señalados anteriormente. A principios de 2022, 30 etíopes fueron encontrados en una fosa común en Malawi. En marzo de 2020, 64 hombres etíopes murieron por asfixia en un contenedor sellado en Mozambique. 

Aunque gran parte de la atención está focalizada en los peligros migratorios “hacia el Norte" los cuales terminan en las fronteras del sur de Europa y la Unión Europea, estos movimientos hacia el Sur también son comunes y son igualmente peligrosos. Se estima que más de 900 etíopes han muerto en las rutas migratorias desde 2014. Es probable que esta cifra sea muy baja en comparación con la realidad.

 

Desplazamiento infantil

Ocultas dentro de estas estadísticas están los niños y sus experiencias. La población de Etiopía es increíblemente joven. Se estima que el 45 por ciento de su población tiene menos de 15 años y el 71 por ciento tiene menos de 30 años, según las estadísticas generales del África subsahariana y del Cuerno de África.

Gran parte de la inmigración en la región también es emprendida por jóvenes. Según las estimaciones, África tiene la edad media más joven de inmigrantes a nivel mundial. Si bien no hay estadísticas específicas sobre los niños inmigrantes en Etiopía ni tampoco para los inmigrantes etíopes en general, la inmigración de niños, tanto solos como con sus familias, es común y está aumentando.

Gran parte de la inmigración en la región también es emprendida por jóvenes. Según las estimaciones, África tiene la edad media más joven de inmigrantes a nivel mundial

La percepción de las comunidades sobre la migración infantil es compleja. En Etiopía, los niños pueden alcanzar la edad adulta social antes de los 15 años. Aunque legalmente se les considera niños, la sociedad no considera este desplazamiento de niños como una migración infantil per se. Tanto el amárico como los dialectos locales tienen palabras que clasifican a los niños de manera diferente a las definiciones legales occidentales. Al mismo tiempo, la migración infantil que los niños emprenden se considera un ritual fundamental de iniciación para convertirse en adultos.

 

Recepción difícil

Las dificultades que enfrentan los niños etíopes continúan después del desplazamiento migratorio. En Sudáfrica, tanto los que inmigraron como los nacidos en el país de padres etíopes enfrentan dificultades para acceder a sus derechos. A menudo, se les concede acceso a documentación de segunda clase o se les niega totalmente el acceso a la documentación adecuada.  Los niños etíopes nacidos de padres con estatus de solicitante de asilo o refugiado adquieren el mismo estatus que el de la madre. Sin embargo, algunos de los nacidos en Sudáfrica siguen teniendo dificultades para obtener documentación, colocándolos en riesgo de convertirse en apátridas. 

Las historias recopiladas a través de MIDEQ Hub, un consorcio mundial de investigación que explora las complejas y multidimensionales relaciones entre la inmigración y la desigualdad en el Sur Global, arrojan una luz sobre las difíciles experiencias de estos niños a la hora de acceder a sus derechos en Sudáfrica.

Mia nació en Sudáfrica de padres etíopes. Solo conoce Sudáfrica, y su visión de Etiopía se basa en los relatos de sus padres y en las ocasionales llamadas a casa. Su acento es sudafricano, habla afrikaans con fluidez y su visión del mundo es sudafricana. No obstante, no tiene la nacionalidad sudafricana. Aunque Mia tenía un documento de identidad temporal, el Covid-19 le impidió renovarlo. En consecuencia, en el momento de la entrevista estaba sin documentación válida. 

Las consecuencias de la falta de documentos repercuten en la vida de Mia. Mia no puede acceder a su título de bachillerato porque el sistema digital exige un documento de identidad válido. Tampoco puede matricularse en la enseñanza superior. Desesperada por conseguir la documentación adecuada del Ministerio del Interior y de la Oficina de Refugiados, pidió al director de su escuela que le proporcionará los resultados de manera informal, pero éste se lo negó. En consecuencia, al no poder proseguir sus estudios, Mia estaba trabajando en la tienda de su padre cuando la entrevistamos, pero mantenía el deseo de continuar su educación.

A diferencia de Mia, que nació en Sudáfrica, Ephraim emigró a Sudáfrica a la edad de 14 años para reunirse con sus padres y continuar sus estudios para, como él dijo, "aprender y hablar bien inglés". Sin embargo, renunció a la educación debido a la falta de documentación adecuada. "Fui a una escuela con mi padre... Y lo primero que pidieron fueron mis documentos... [que] no tenía". Aunque relató que se sintió intimidado por el nivel de educación, su decisión de renunciar a la escolarización se debió en última instancia a los problemas de documentación. "A pesar de que tenía miedo, aún así quería ir a la escuela, pero no tenía documentos". 

Ephraim no solo carece de la documentación necesaria para tener pleno acceso a la educación y a otros derechos en Sudáfrica, sino que, a diferencia de Mia, su limitado nivel de inglés y educación agravaron las dificultades que los etíopes enfrentan en la compleja burocracia sudafricana. Hoy, como la mayoría de los niños de Etiopía que migran sin la compañía de adultos para Sudáfrica, Ephraim vive como inmigrante indocumentado en un municipio, trabajando de manera informal en una de las bodeguitas de su padre.

 

Aumento de las expectativas y los roles de los padres

Los niños a menudo sirven como intermediarios culturales para las familias inmigrantes. Ellos suelen navegar por sistemas legales complejos, traducen para los miembros de la familia y a menudo asumen el papel de padres de los niños cuando interactúan con instituciones, como las escuelas. Los niños que emigran sin sus familias suelen enfrentarse solos al pesado proceso de inmigración y adaptación. 

En Sudáfrica, los hijos de etíopes ocupan también importantes puestos de poder y responsabilidad dentro de su hogar, como manejar la relación entre el hogar y el Departamento de Asuntos Internos y la Oficina de Refugiados, y la relación entre los padres y los órganos administrativos de la escuela. La investigación de MIDEQ realizada en Sudáfrica enfatiza los roles parentales que a menudo asumen los niños en hogares de inmigrantes. 

Samuel llegó a Sudáfrica en 2012 con 12 años e inmediatamente se matriculó en la escuela. Es el mayor de una familia de cinco hijos. En la escuela, tuvo dificultades para adaptarse al sistema educativo por su falta de dominio del inglés. Sin embargo, al poco tiempo comenzó a leer y hablar inglés con fluidez y se convirtió en el intérprete entre sus padres y los empleados de la escuela. A los 15 años, comenzó a asistir a reuniones escolares en nombre de sus padres. A los 17 años, era el principal tomador de decisiones en relación con sus hermanos, mientras que sus padres se enfocaban en ganar dinero para enviar a casa. "Desde que comencé la escuela secundaria, he asumido el papel de padre para mí mismo y para mis hermanos".

A diferencia de Mia y Ephraim, Samuel pudo conseguir la documentación, terminar el bachillerato y obtener su certificado Matric. Sin embargo, no pudo continuar en la universidad porque necesitaba matricularse como estudiante internacional -dada su ciudadanía etíope-, lo que resultaba en el pago de valores muy elevados.

Realizar tareas "parentales" como las que Samuel describió es normal en muchos hogares de inmigrantes. Los niños en Sudáfrica y Etiopía a menudo alcanzan una edad adulta social antes de cumplir los 18 años

Realizar tareas "parentales" como las que Samuel describió es normal en muchos hogares de inmigrantes. Aunque puede contrastar con la versión idealizada de la infancia que los legisladores y creadores de programas imaginan y por la que abogan, no es necesariamente negativa. Los niños en Sudáfrica y Etiopía a menudo alcanzan una edad adulta social antes de cumplir los 18 años, lo que torna los esfuerzos para restaurar las "infancias perdidas", sin efecto. A pesar de que los niños pueden sufrir negativamente con la presión para asumir más roles, los niños como Samuel también pueden encontrar empoderamiento al completar estas tareas. Puede ser una verdadera experiencia de formación de identidad.

 

Soluciones propuestas para algunos

Las experiencias de Mia, Ephraim y Samuel muestran cómo los continuos desafíos de documentación niegan a los niños etíopes el acceso a la educación en Sudáfrica. Tales experiencias también han sido bien documentadas en otros contextos en el Norte Global, particularmente en los Estados Unidos. 

A pesar de lo común de estos retos, el derecho a la educación de los inmigrantes y los niños, independientemente de su situación legal, está garantizado por el derecho internacional. Este derecho está consagrado tanto en la legislación sobre derechos humanos como en tratados específicos sobre inmigrantes y niños, como la Convención sobre los Derechos del Niño, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatus de los Refugiados y su Protocolo, el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular y el Pacto Mundial sobre los Refugiados, a los que Sudáfrica se ha adherido o ha aprobado.  

Es más, recientemente ha habido progresos en Sudáfrica. Después de múltiples demandas, a partir del 12 de junio de 2023, los adultos nacidos de refugiados o solicitantes de asilo tienen derecho al proceso de naturalización. Estas personas deben cumplir varios requisitos, como hablar al menos una lengua oficial y ser mayores de 18 años.

Esta nueva normativa renueva las esperanzas a muchos adultos nacidos de padres etíopes que antes languidecían con escasa o ninguna documentación. Sin embargo, los niños, en concreto los que emigraron a Sudáfrica o nacieron en este país de padres indocumentados, siguen en un estado de limbo, enfrentándose a una profunda discriminación legal y a persistentes barreras educativas. 

Sin embargo, las historias encontradas durante la investigación de MIDEQ demuestran que hay muchas soluciones inmediatas y prácticas que se pueden implementar.

En primer lugar, los certificados de nacimiento son una pieza fundamental para proporcionar a los niños etíopes que emigran a Sudáfrica y a los nacidos en Sudáfrica de padres etíopes, igualdad de acceso a sus derechos, especialmente a la educación, durante la infancia. Por tanto, es necesario proporcionar certificados de nacimiento sudafricanos a todos los niños nacidos en Sudáfrica sin discriminación. Para los nacidos en Etiopía, es necesario establecer un mecanismo que permita reconocer los certificados de nacimiento etíopes de estos niños para que puedan obtener más documentación, como la cédula de identidad de 13 dígitos.

En segundo lugar, dada la demora para la renovación de documentos de identidad debido al Covid-19, los niños corren el riesgo de convertirse en indocumentados nuevamente. Tales demoras deben ser condonadas y no utilizarse como un argumento para obstaculizar el acceso a documentos de identidad actualizados. Por lo tanto, los documentos que caducaron durante la pandemia deben seguir considerándose válidos al solicitar renovaciones.  

En tercer lugar, la naturaleza altamente digitalizada para obtener los diplomas de la escuela secundaria impide que los niños accedan a sus resultados. Por lo tanto, es necesario que exista un método formalizado y no digital para obtener el certificado y que se permita el acceso a través de todos los documentos de identidad emitidos por el gobierno, no solo el certificado de nacimiento sudafricano y la cédula de identidad de 13 dígitos. 

En cuarto lugar, exigir que los niños etíopes educados en Sudáfrica paguen las tarifas internacionales en las universidades impide que esos niños puedan concretar los beneficios de su inmigración. La ciudadanía no debe ser el determinante de tales tarifas, sino más bien si los niños se graduaron de las escuelas secundarias sudafricanas.  

Por último, muchos niños de Etiopía emigran a Sudáfrica de manera irregular y, por lo tanto, son indocumentados. Incluso algunos nacidos en Sudáfrica son a veces indocumentados, especialmente si nacen de padres etíopes indocumentados. Por lo tanto, es necesario que las ONGs y el gobierno continúen los esfuerzos coordinados para garantizar la documentación de los menores de 18 años. El apoyo a los niños que solicitan asilo para recibir el estatus de refugiado a su llegada a Sudáfrica, los esfuerzos transnacionales para proporcionar a los niños su documentación etíope y los esfuerzos generalizados para proporcionar a los niños etíopes certificados de nacimiento sudafricanos al nacer pueden facilitar el acceso a la documentación. Sin embargo, se requieren políticas más amplias por parte del estado sudafricano para abordar el estatus de indocumentado de este grupo.

 

Diferencia entre expectativas y realidad

A pesar de los desafíos legales, los padres etíopes siguen viendo a sus hijos como el trampolín para sacar a la familia de la pobreza, así también se perciben los propios niños. Sin embargo, sin la documentación adecuada, los niños luchan por ingresar a las escuelas públicas, al mercado laboral y tener acceso a ciertos servicios sociales. Por lo tanto, esto a menudo significa que la inmigración no necesariamente proporciona a los niños inmigrantes etíopes en Sudáfrica la cantidad de oportunidades que alguna vez soñaron. Para muchos, los supuestos beneficios de la inmigración a Sudáfrica, como medios para mejorar de vida y tener oportunidades educativas, siguen siendo una quimera.

 


 

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