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Narrativa Cigana: Diálogos con Pastora Filigrana

por Sonia Sahli y Natalia García Caballos

La llegada de personas gitanas a España está documentada desde 1425, por lo que son parte íntegra de su población. La población estimada se encuentra entre las 700.000 y el 1.200.000 personas, de las cuales en torno al 40% vive en Andalucía. No se tiene información más precisa dado que no se recogen informaciones étnicas, raciales o religiosas en ningún censo.

En esta narrativa entrevistamos a la sevillana Pastora Filigrana, abogada de 38 años y activista gitana de derechos humanos, contra la violencia policial y la represión y que mantiene un importante compromiso político en el Sindicato Andaluz. Sus reflexiones sobre el imaginario social en torno al pueblo gitano en las periferias, sus representaciones en los medios de comunicación, el racismo sistémico o el papel de los movimientos decoloniales no dejarán a nadie indiferente.

 

“No se trata de que se integren en nuestro modelo, sino que hagamos un mundo donde otras formas de organizarse quepan”

¿Cómo definirías la situación de las personas gitanas en el contexto español en general, y en Polígono Sur (las periferias de Sevilla en este caso) en particular?

Pastora Filigrana: Aunque no tenemos datos oficiales (porque no hay censos basados en perfiles étnicos o raciales) hay una parte importante de las personas gitanas que viven en situación de exclusión social o en riesgo de exclusión social. Sin embargo, es importante reseñar que cuando digo “una parte importante” no quiere decir que sea toda la población gitana, porque existe en el imaginario que todos los gitanos son sinónimo de marginación y exclusión. Aunque históricamente sí fue así, actualmente sí que existe una población gitana que tiene unas condiciones materiales mejores, pero por supuesto hay una parte considerable de gitanas y gitanos que siguen engrosando las bolsas de pobreza del estado español. Aquí en Sevilla, en el Polígono Sur las personas gitanas representan un porcentaje importante del barrio (unas 25.000 de las 50.000 personas que lo habitan). Viven en una situación de carencia de recursos, de precariedad en la vivienda, de desempleo estructural, con importantes carencias higiénico sanitarias y con problemas de seguridad.

En cuanto a las causas de esta situación de exclusión social, en el imaginario colectivo se acusa a las personas gitanas de ser responsables de su pobreza, al igual que hace el capitalismo con todos los pobres y excluidos. Pero en realidad hay una historia de persecución y discriminación legal que es la que explica la situación actual.

¿Qué representaciones se suelen tener de las personas gitanas?

Pastora Filigrana: La Federación de Mujeres Gitanas hace una investigación muy interesante del tratamiento de las personas gitanas en prensa en Andalucía, y concluye que se las clasifica en dos únicas categorías: delincuencia (noticias donde aparecen hechos delictivos y se especifica que han sido cometidos por personas gitanas) o artistas (flamencos principalmente). Es decir, en el imaginario y las representaciones colectivas, el gitano o es un delincuente o es un artista.

¿Qué representaciones han sido fomentadas desde las entidades públicas? ¿Y desde las entidades gitanas?

Pastora Filigrana: Las representaciones de los gitanos a nivel de entidades públicas no es causal, tienen una voluntad política detrás. El sistema capitalista necesita de grandes bolsas de pobreza, de una sustracción sistemática de riqueza de una parte de la población a otra. Los gitanos históricamente han ocupado la situación de la pobreza, de la exclusión. Para poder justificar esta violencia sistémica contra los pobres se crean toda una serie de relatos y estereotipos en torno a los gitanos: no quieren trabajar, son peligrosos, son machistas, que lo que hacen es intentar justificar el lugar socio-económico que ocupan en el orden vigente y así justificar la pobreza que el sistema necesita. Es decir, que va antes la necesidad de la pobreza que la creación del estereotipo. ¿Y esto cómo se hace? Pues con los medios de comunicación y con las entidades públicas.  La administración ha sido en gran parte responsable de perpetuar este relato. Si revisamos la normativa desde 1492 hasta la última ley antigitana (abolida en 1986, ya entrada la democracia), observamos que el papel de la Administración ha sido la de representar al gitano como el excluido, pero responsable de su exclusión por ser un flojo o un criminal. Desde la creación de las entidades gitanas en los años 70 se intenta subvertir este imaginario en la representación social. Pero muchas de las entidades gitanas que viven de las subvenciones públicas planten soluciones que no son de la radicalidad y profundidad que se requiere para desmontar todo este imaginario. Y la discusión suele ser de políticas sociales en lugar de ir a la raíz de los problemas políticos que son los que originan la desigualdad.

¿Cómo se han diseñado y se suelen diseñar las políticas públicas en dirección de las personas gitanas?

Pastora Filigrana: Las políticas públicas realizadas suelen ser parches, no van a la raíz del problema ni a la necesidad que tiene el sistema socio económico de crear estas grandes bolsas de pobreza, de crear sujetos que son excluidos por la propia idiosincrasia que se les atribuye, como es el caso de los gitanos. Yo siempre digo que si los gitanos no existieran habría que inventarlos, que el sistema económico necesita esta otredad sobre la que construir en contraposición al estereotipo la normalidad o a la convencionalidad. Las políticas públicas no van a la raíz de estos problemas. Suelen ser parches, suele hablarse de las políticas sociales. Una de nuestras reivindicaciones es que el problema de los gitanos no se soluciona simplemente con políticas sociales o culturales sino que exige un cambio más profundo de paradigma. Lo gitano no es algo cultural, sino que es algo político, y desde ahí hay que abordarlo.

¿Tiene sentido el tener políticas públicas específicas para gitanas y gitanos?

Pastora Filigrana: Sí que es necesario porque hay una discriminación histórica de siglos donde se ha diferenciado a peor la categoría de gitano, la de subhumanidad, enfrentada a la de ciudadano convencional. No basta con anunciar una voluntad política de que se subvierta, sino que necesita un compromiso político público. Estas políticas públicas, además de ir a lo material (problemas reales de vivienda, acceso a la información, a ejercer el derecho del trabajo, exclusión) deben ser sociales. Pero hay que ir  más allá. Necesitamos políticas orientadas a la sociedad mayoritaria para trabajar todos los estereotipos. Y no de forma folclórica, sino profundizar en porqué se han construido estos estereotipos, qué conveniencia tiene el poder político en estos estereotipos y por qué la necesidad de subvertirlos. Así que sí creo que hacen falta unas políticas públicas entendidas como una voluntad pública material para subvertir esta situación.

¿Consideras que existe un racismo sistémico o institucional en Andalucía? ¿En qué se traduce concretamente?

Pastora Filigrana: Yo considero que el racismo sistémico e institucional existe en Andalucía y en todo el mundo. El orden socio económico imperante y globalizado en todo el mundo necesita de un orden racial para poder organizar su expolio de unos pueblos sobre otros y de unas personas sobre otras. Es decir, el racismo es sistémico y estructural a un modelo económico globalizado. Y en Andalucía también. ¿Esto en qué se traduce? A nivel mundial en que algunas personas, de acuerdo a su raza o al lugar que habitan en el mundo están en una situación de subhumanidad y continuamente se les sustrae bienes materiales o recursos o bienes culturales o espirituales por parte de otra parte de la población que vive una situación privilegiada (son los que sustraen). Esto a nivel global. A nivel Andalucía y de los gitanos se traduce en una situación de desigualdad material y en un discurso de culpabilización de los gitanos de esta realidad material que padecen. Este discurso se construye atribuyendo estereotipos negativos a la comunidad gitana que termina siendo, a la luz pública, responsable de todas las calamidades que padece.

¿Qué elementos serían necesarios para que exista una incorporación y participación real de las personas gitanas de las periferias al proceso democrático? Pasar de ser destinatarios de referencias sociopolíticas estereotipadas y estigmatizantes a ser protagonistas de la producción de normativas, representaciones y saberes.

Pastora Filigrana: Creo que el enunciado es una trampa. La cuestión no es qué se necesita para que las personas gitanas se sumen a un proceso democrático que ya existe, sino cómo se organiza esta sociedad para que las personas gitanas puedan construir sus propios procesos de participación, que ya existen. Ellos se saben organizar, saben hablar y han resistido 500 años a una persecución. Tienen grandes modelos de apoyo mutuo, de mutualismo de base, de autogestión de los conflictos. Tienen unas formas y prácticas de supervivencia que son referentes. Otra cosa es que esto esté invisibilizado completamente por la sociedad mayoritaria y esté estigmatizado. Posiblemente en sus formas de comunidad existan procesos democráticos admirables para nosotras, por ejemplo, tener una seguridad social alternativa, cajas de resistencia o fórmulas de resolución de conflictos propias. Es para mí ya es un modelo democrático. No se trata de que ellos se integren en nuestro modelo, sino que hagamos un mundo donde otras formas de organizarse quepan. Podemos hablar, por ejemplo, de formas de resolver conflictos. En el imaginario colectivo parece que la única forma que tienen los gitanos de resolver sus conflictos es con ajustes de cuentas y violencia explícita, pero lo que una gran parte de la población desconoce es que existen procesos de mediación, consejos de ancianos y que cuando existen problemas entre dos familias se produce un gran diálogo previo a cualquier otra resolución violenta. Son fórmulas de resolución de conflictos de las que deberíamos aprender y no hacer que imiten las nuestras.

¿Cómo ves estas nuevas voces y movimientos gitanos de reivindicación y lucha que están surgiendo? ¿Son o podrían ser una respuesta a la situación de las personas gitanas de las periferias?

Pastora Filigrana: Imagino que habláis de los movimientos de decolonialidad de personas gitanas. Creo mucho en ellos, creo que son muy válidos al menos a nivel simbólico. La cuestión en cómo influyen en la parte material, en la exclusión social de los gitanos… Eso será un segundo nivel. Quizás estos movimientos pueden servir para ir cambiando los discursos mayoritarios y visibilizando otras realidades que puede tener una repercusión en lo material a la larga. Yo me considero parte de muchos de estos movimientos y creo que hay que poner en valor una epistemología, una forma de ser y estar en este mundo que ha sido invisibilizada, criminalizada y perseguida, y ponerla en valor en positivo. En ello andamos.

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