Narrativas

periferias 7 | desaprisionar la cárcel

Una experiencia visual del silencio en Saint-Joseph

Archipiélago abandonado, antes parte del sistema penitenciario colonial francés, ha sido durante décadas remodelado por la naturaleza

Glória Alhinho

| Guayana Francesa |

marzo de 2023

Je suis seul au monde, et je ne suis pas sûr de n’être pas le roi - peut-être la fée de ces fleurs. Elles me rendent au passage un hommage, s’inclinent sans s’incliner mais me reconnaissent. Elles savent que je suis leur représentant vivant, mobile, agile, vainqueur du vent.
 Jean Genet, Journal du Voleur

Saint-Joseph forma parte de un grupo de tres islas llamadas Islas de la Salvación, Îles du Salut, parte de un archipiélago situado a unos 11 kilómetros (6,8 millas) de la costa de la Guayana Francesa, en la América del Sur. La isla más grande, la Isla Real, Île Royale, se utilizaba para recluir a prisioneros peligrosos o notables con el fin de dificultarles la fuga, ya que podrían fugarse de forma más fácil en tierra firme. La más infame era la tristemente célebre Isla del Diablo, Île du Diable. 

El gobierno francés usaba las islas como parte de su sistema penitenciario colonial, conocido como bagne, donde enviaba a los prisioneros de la propia Francia y de todo el Imperio. Las Islas de la Salvación, Îles du Salut, jugaron un papel importante durante el periodo de colonización penal (1852-1953) y recibieron el primer convoy de presidiarios en mayo de 1852. 

De 1852 a 1949, Saint-Joseph fue sede de la Réclusion, centro penitenciario que recibía a los reclusos que eran castigados por fugas o delitos cometidos en otros centros penales.  Por este motivo, recibió el nombre de bagne dos bagne (la prisión de las prisiones). Las condiciones eran brutales, incluido el confinamiento solitario en silencio y en la oscuridad. La Réclusion consistía en un edificio central, celdas individuales, alojamientos y un cementerio exclusivo para los guardias. Los prisioneros eran arrojados al océano Atlántico al igual que los marineros. 

Este es un momento oportuno para hablar de la isla porque, después de 30 años de abandono, se está considerando su nominación como patrimonio cultural y reserva natural.

Llegué a Saint-Joseph sin conocer su historia. Invitada como profesora de la Universidad de la Guayana Francesa en el otoño de 2018, sentí curiosidad por la idea errónea que la sociedad francesa tiene de Guyana. La luz resplandeciente, el olor a tierra, la humedad, los arrullos del mar, los pájaros, el viento acariciando las hojas y las ramas caídas influyeron directamente en mi forma de ver la isla. Las raíces retorcidas, el musgo resbaladizo y las hojas en el piso hacían que mi caminata fuera un desafío. Recorrí senderos de imponentes troncos situados en un infinito telón de fondo verde. 

Múltiples capas de raíces foráneas y líquenes diseñan nuevas texturas en las paredes, realzando y avivando sus colores desteñidos. Colgando, de lo que fue otrora la estructura de un tejado, se encuentran ramas, raíces y hojas formando una rejilla que dispersa la luz en todas las direcciones. De este ambiente iluminado y vibrante surge este caos de materia orgánica. Una inversión del mundo en general y de la bien organizada, Réclusion, en particular.

En Saint-Joseph aprendemos que todo el cuerpo ve y que todos nuestros sentidos están conectados.

Vemos por doquier cómo la naturaleza y los mundos materiales creados por el hombre se mueven continuamente de las formas más inesperadas. En la pequeña isla, tanto la naturaleza como el mundo material evolucionan de manos dadas, prueba de que poderosas fuerzas están presentes en todo momento. Esa presencia silenciosa siempre se hace visible, palpable en su propia quietud y vitalidad innata.

John Berger presenta Ways of Seeing (Formas de ver), su serie de televisión para la BBC de 1972, diciendo: "El ojo humano lleva su mundo visible consigo mientras camina". El movimiento está intrínsecamente asociado a la visión. No es solo nuestro movimiento el que impacta en cómo vemos, sino también cómo se mueve todo lo que nos rodea estemos donde estemos. Así es el lugar que capta nuestra atención. 

En la Réclusion, memorias de diferentes silencios, fuerzas invisibles y formas de vida nos rodean mientras borran o agregan significados continuamente. Esta superposición de ruinas materiales y formas dinámicas de la naturaleza desafía nuestra percepción y cuestiona la vida misma. ¿Cómo influye esta superposición de deterioro y fenómenos naturales en la forma en que percibimos los lugares históricos, en especial aquellos que evocan una serie de experiencias humanas como el dolor y el sufrimiento? 

Debemos comenzar a considerar la fragilidad tanto de las cosas efímeras que ocurren de forma natural como de las estructuras e instituciones creadas por el hombre. Aunque el hombre las haya creado para que fueran permanentes, éstas se desmoronan y nos recuerdan que nada dura para siempre.

¿Qué narrativas pueden surgir hoy de esta frágil coexistencia das criações humanas e da natureza?

Los silencios visuales presentes en esta bagne (prisión) abandonada, es decir, las historias visibles e invisibles, escuchadas y no escuchadas, impresas por el hombre y por la naturaleza en diferentes épocas, muestran que la historia de la isla puede observarse no solo desde la perspectiva humana, por limitada que sea, sino también desde otro punto de vista que se encuentra en los límites de nuestro ser consciente.

Saint-Joseph nos invita a contemplar cómo la vida se revela de las formas más inesperadas. Podemos encontrar nuevas formas, colores, texturas y modelos que se adaptaron y evolucionaron a partir de su proximidad con lo que el hombre fue abandonando. La naturaleza transformó Saint-Joseph. La historia de la vida de la isla y de la bagne está en constante evolución. Ofrece la oportunidad de ir más allá de un espacio y un tiempo vinculados al sufrimiento, la muerte y el aislamiento, y de ver cómo la creatividad de la naturaleza nos invita a volver a nuestro lugar de origen, al continuum de lo orgánico.

 

Glória Alhinho | EE.UU |

Doctora en Estudios Ibéricos, Latinoamericanos, Mediterráneos, por la Universidad de Bordeaux, Francia. Curadora de proyectos culturales que relacionan las dimensiones académica y diplomática, en la Universidad de Georgetown y en la Embajada de Portugal en Washington, DC.

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