¿Quién tiene miedo del niño negro vivo, educado y libre?
Cuerpo — territorio de menores infractores — y las propuestas del colectivo HONEPO — Hombres Negros en la Política
Osmar Paulino
| Brasil |
marzo de 2023
traducido por Ana Rivas
Resumen
HONEPO es un colectivo compuesto por diversos hombres negros radicados en diferentes estados de Brasil, que tiene como objetivo crear, a través de datos, discursos sobre los hombres negros, influir en las múltiples habilidades de nuestros miembros y las necesidades sociales en los territorios, y formar candidatos comprometidos con la agenda negra, periférica y democrática a nivel del poder legislativo y ejecutivo en todas las esferas.—
El perfil de los adolescentes atendidos por las unidades de la Dirección General de Acciones Socioeducativas (DEGASE) entre enero de 2018 y septiembre de 2020 está compuesto por un 94% de jóvenes negros, con una edad promedio de 16 años, según datos del Ministerio Público de Rio de Janeiro. Estos chicos forman parte del 71,7% de los adolescentes que abandonan la escuela con más frecuencia, según los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) de 2020. Basta cruzar estos datos para tener una clara y dura noción de la realidad a la que se enfrentan los jóvenes negros.
La mayoría de estos chicos abandonan la escuela por la necesidad de trabajar, invariablemente en empleos informales como embolsar comestibles en los supermercados, vigilar automóviles y bicicletas, vender caramelos en los semáforos, entre otros. Esta dinámica fragiliza a este ser, que luego se encuentra aprehendido por instituciones de medidas socioeducativas o totalmente fuera del camino de la educación, del mercado de trabajo formal y, consecuentemente, relacionándose de forma muy distante, cuando es adulto, del sistema político del país. Es en esta conjunción de fuerzas, intereses y procesos históricos en la que se creó HONEPO (Hombres Negros en la Política).
HONEPO es un colectivo compuesto por varios hombres negros radicados en diferentes estados de Brasil, que tiene como objetivo crear, a través de datos, discursos sobre los hombres negros, influir en las múltiples habilidades de nuestros miembros y las necesidades sociales en los territorios, y formar candidatos comprometidos con la agenda negra, periférica y democrática a nivel del poder legislativo y ejecutivo en todas las esferas. Con ello, HONEPO pretende mejorar significativamente la vida de los niños, jóvenes y hombres negros, ya sea creándoles posibilidades en sus territorios o preparándolos para representar sus intereses en la política institucional.
Los chicos negros son los principales objetivos de la biopolítica, o sea, del control masivo de los cuerpos, perpetrado por las diversas agencias gubernamentales. El control en masa sobre sus cuerpos, dónde deben estar o no, es evidente si tenemos en cuenta que el 76,2% de las personas asesinadas en Brasil son negras, según datos de 2020 del Foro Brasileño de Seguridad Pública. De éstos, el 54,3% son jóvenes, siendo el 91,3% jóvenes varones negros.
Estos datos, que están en la Infografía de la Situación de los Hombres Negros en Brasil, producida por HONEPO, han demostrado que, a partir de esta relación basada en el control, los jóvenes negros son arrojados a una zona de no ser, como señala el Dr. Franz Fanon en su libro Piel Negra Máscaras Blancas. En otras palabras, el Estado reduce la dignidad de los jóvenes negros. Esta dinámica se produce desde la esfera del cuerpo y la construcción subjetiva del niño negro que tiene su cuerpo desplazado de la lógica de la humanización. Por lo tanto, para este ser, los atributos objetivos que le garantizarán el pleno ejercicio de la ciudadanía, como la educación formal de calidad, la salud y el esparcimiento, por ejemplo, le son negados ya que no se encuadra, por la visión segregadora, dentro de la caracterización del ser humano.
Como territorio, el cuerpo del joven negro está en constante disputa por el poder, ya sea simbólico o material. Cuando hablamos de este joven, hablamos de un cuerpo multiterritorializado. La disputa del poder simbólico, a partir del cuerpo del niño negro, puede ser analizada desde la representación gráfica, y esto se hace evidente cuando investigamos las diversas producciones cinematográficas que tienen como tema la violencia y el narcotráfico, o incluso las producciones literarias. En casi todos esos casos, el joven negro es el sujeto que representará a los personajes marginados.
Como ejemplo podemos citar las películas Pixote, la ley del más débil (1980) dirigida por Héctor Babenco, Ciudad de Dios (2002) dirigida por Katia Lund y Fernando Meirelles, Alemão (2014) dirigida por José Eduardo Belmonte, entre otras películas. En estas producciones cinematográficas, los personajes marginales son todos negros y jóvenes, con una trayectoria de vida marcada por la presencia del poder público, la mayoría de las veces representado únicamente por las fuerzas policiales. Estas representaciones gráficas colocan siempre a los cuerpos negros en el lugar del que debe ser controlado, exterminado, porque crea sobre ellos el raciocinio del miedo, del temor, de la diferencia, de la incomprensión y de lo salvaje. Por otro lado, los personajes heroicos, casi siempre interpretados por actores blancos, representan al salvador, aquel que va a controlar, exterminar. Es el que tiene, invariablemente, el valor de enfrentarse a la diferencia, al salvaje, por la fuerza.
La comprensión de la relación de poder material a partir del cuerpo del joven negro es la concretización del control de estos cuerpos, ya sea a través de la aprehensión, limitando su libertad, ya sea a través del asesinato, o sometiéndolos a la falta de acceso a la cultura y a la educación - lo que se convertirá en un problema para ellos en la etapa laboral, ya que del poco repertorio de educación formal, se quedarán con actividades manuales y de trabajo precario - es una de las principales causas de la deserción escolar.
Es importante pensar que el cuerpo de estos chicos negros es multiterritorio y actúa en un sustrato espacial donde se construyen una serie de objetos y muchas otras relaciones de poder, es decir, estos cuerpos negros, en una dialéctica, son producto y producen el espacio geográfico en el que se insertan. Por tanto, son lugares en los que se desarrollan una serie de experiencias vitales. Estos lugares, resultado de una construcción histórica, son casi siempre las favelas y periferias, es decir, es en ellos donde se registra la mayor concentración poblacional de jóvenes negros.
No es casualidad que éste sea el trasfondo de las películas mencionadas, en las que, de forma socialmente consensual, se producen las ausencias de los servicios públicos. Es decir, estos lugares se transforman en zonas de sacrificio. Según el diccionario Oxford de la Lengua 2018, la palabra sacrificio significa "ofrenda ritual a una deidad que se caracteriza por la inmolación real o simbólica de una víctima o la entrega de la cosa ofrecida". A partir de esta definición podemos decir que el abandono de las favelas y periferias y, en consecuencia, de los menores negros, es una especie de ofrenda simbólica real (construcciones de narrativas y discursos sobre la favela y sobre estos menores) a una especie de divinidad que se beneficia de la miseria de todo ello. Aquí tenemos que reflexionar sobre la escala del alcance de la zona de sacrificio.
Es imposible que los chicos negros vivan en estos lugares y no sean alcanzados por los mismos sacrificios, o sea, dentro de una experiencia de vida, es totalmente comprensible que el sujeto y el lugar con el que se relacionan se confundan, dados los niveles de interacciones entre ambos. Es más, una vez que las zonas se sacrifiquen en favor de otros intereses, los chicos negros que viven en ellas, evidentemente, también serán sacrificados.
Entonces, deberíamos preguntarnos: ¿quién tiene miedo del chico negro vivo, educado y libre? Bien, podríamos presentar algunas respuestas; en el ámbito económico, el capital financiero; en el ámbito social, la propia sociedad elitista; en el ámbito cultural, las instituciones y las personas que tienen el poder de crear discursos sobre Brasil. Sin embargo, me parece que todas estas respuestas no presentan una razón fundamental en sí mismas para ser las más congruentes con la imagen.
Ante el intento de buscar un elemento que permita fundamentar todas las posibilidades, encuentro el racismo como una clave conceptual posible para basar nuestra investigación. El racismo teme al niño negro vivo, educado y libre. Según Kwame Turu y Chales Hamilton, autores del libro Black Power (1970), el racismo es mucho más que la acción de individuos con motivaciones personales; el racismo está infiltrado en las instituciones y en la cultura, generando condiciones deficitarias a priori para una buena parte de la población, donde se insertan los jóvenes negros. Es decir, el racismo es un sistema en el que una parte de la sociedad tiene privilegios debido a su raza, y este sistema es sustentado por una estructura (es muy importante entender aquí la cultura como un importante, sino el principal, promotor de esta estructura, dados los ejemplos de las películas mencionadas) y por instituciones tanto privadas como multinacionales y públicas, como el poder judicial, por ejemplo.
El racismo actúa al servicio de los intereses del capitalismo, o sea, al servicio de la lógica de segregar a las personas, de colocar a los negros en la zona del no ser, de transformar sus lugares de convivencia y, en consecuencia, a ellos mismos, en zonas de sacrificios, para que algunas personas puedan acumular capital.
Si el cuerpo del joven negro es un territorio, es necesario decir, que dicho cuerpo está en constante disputa y quien lo hace, principalmente, son los propios jóvenes negros cuando por medio de manifestaciones culturales como el passinho do funk, funk 150bpm, rolezinhos, etc. ellos resignifican sus cuerpos frente a la lógica de desvalorización de sus vidas en un movimiento de crear nuevas zonas de existencia donde sus cuerpos encuentren un lugar. Cuando ocurren estos movimientos, las favelas y periferias donde viven estos chicos a menudo también adquieren nuevas representaciones, llegando a ser consideradas como lugares de potencia.
Un ejemplo es la Voz das Comunidades, un colectivo de comunicación comunitaria creado por el joven Renê Silva, que retrata las favelas de Río de Janeiro desde el punto de vista del habitante de la favela. Este fenómeno, Jailson de Souza e Silva, en A favela reinventa la ciudad (2020) lo conceptualiza como el paradigma de la potencia: incluso con toda la política de ausencia perpetrada por los poderes públicos, la favela y la periferia se reinventan a partir del elemento más fundamental, que es su población, en la que también está incluido el menor negro.
No hay duda de que unas políticas públicas bien diseñadas al servicio de los jóvenes negros en los ámbitos de la educación, el deporte, la salud, la alimentación, el empleo y la renta optimizarían el potencial de los chicos negros de las favelas y periferias. Los humanizaría y los arrancaría de la zona de no ser. Permitiría que sus lugares de coexistencia fueran menos sacrificados. Pero para eso es necesario acabar con el racismo. Es imposible hablar de una política pública que atienda a los chicos negros sin hablar del fin del racismo que estructura la sociedad y las instituciones, que condiciona el desarrollo del pleno ejercicio de la democracia brasileña, pues no es posible discutir ningún Estado Democrático de Derecho con las desigualdades tan enormes que circundan a los chicos negros brasileños.
Por eso, es necesario elegir agentes políticos de las favelas, periferias, negros, indígenas y comprometidos con la periferia. Para ello — HONEPO — Hombres Negros en la Política.
Osmar Paulino | Brasil |
Coordinador de HONEPO y director creativo y comisario de FAIM - Festival de Artes de Imbariê.