Aproximaciones sensibles al distanciamiento social en las favelas

Es una situación trágica la que estamos viviendo en todo el mundo como resultado de la pandemia y de la falta de escrúpulos y la perversidad de los supuestos gobernantes. 

Que lo diga Brasil, porque, como en otros países, el coronavirus sigue cobrando vidas en una progresión acelerada de contaminación, favorecido por la política genocida que ejerce su gobierno federal, siempre indiferente y cada vez más vil contra las favelas, los quilombos, las aldeas y las poblaciones que habitan estos territorios.

Si las actividades esenciales para la ciudad son realizadas por personas que viven en barrios marginales y periferias -desde la limpieza urbana hasta el transporte público; desde la entrega de alimentos y productos a los supermercados; desde las farmacias hasta los hospitales y muchos otros- estos son los trabajadores que hacen que la ciudad exista en su vida cotidiana y, de hecho y como es bien sabido, las personas más expuestas al contagio de Covid-19.

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Es evidente que quedarse en casa como medida de protección contra el contagio y como forma de evitar el colapso de la atención hospitalaria especializada simplemente no es posible para todos, especialmente para los residentes de territorios populares. 

Después de todo, si para tantas personas renunciar al trabajo es algo inalcanzable, para los que se quedan, ¿qué sentido tendría quedarse en casa cuando la propia calle y su dinámica de sociabilidad es una extensión inalienable del modo de vida en las favelas y las periferias?

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Permanecer dentro de casa para los territorios populares es, siempre que sea posible, un acto que ciertamente exige mucho amor, solidaridad y generosidad para cuidar y proteger a la familia, los amigos y los vecinos y el propio territorio periférico, cuyos lazos de reciprocidad siempre han estado tan presentes históricamente.

La lucha antirracista, que incluye las políticas genocidas contra la población negra que vive en las barriadas y periferias del Brasil -lucha esta, combatida durante mucho tiempo por los movimientos negros- no hacen sino reafirmar la urgencia de combatir el racismo estructural, una crisis mundial de salud pública mucho antes de la propia pandemia actual.

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Este ensayo, organizado por Bira Carvalho, fotógrafo de Río de Janeiro y oriundo de la Maré, tiene como invitados a los fotógrafos Brenda Maria, Natalia Perdomo, Igor Freitas, Renato Errejota. 

Nuestras fotografías muestran que el distanciamiento, aunque sea arduo, necesita ser hecho de aproximaciones.

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